La emprendedora que dio vida a Omilen Antü Carahue

Aprovechar la riqueza natural del campo, un lugar apacible que me permitía soñar en grande, fue la mirada que me permitió concretar la idea de desarrollar un emprendimiento relacionado con el turismo”, señala Wilma Levil Carrillo (34), madre de cuatro hijos. Nacida en la comuna de Carahue, donde vive actualmente —en el sector Cullinco Bajo, kilómetro12 camino a Nehuentúe— Wilma sabía que la ubicación cerca de la carretera también la favorecía para llevar a cabo este sueño.

El 2016, comenzó la aventura con el centro turístico Omilen Antü Carahue (Rayos de Sol), mientras trabajaba en forma dependiente, sin saber que en diciembre del mismo año quedaría sin empleo. “Desde un comienzo recibí el apoyo de mi familia y amigos cercanos, con quienes hasta ahora trabajo firme para sacar adelante esta microempresa”, dice.

Conexión con el entorno

La emprendedora explica que construir un centro turístico tenía, desde su origen, dos objetivos que siguen siendo los pilares del negocio. El primero, relacionado con el crecimiento económico familiar y local, a través de la prestación de servicios de alojamiento, esparcimiento y descanso. Y, por otra parte, ofrecer a los visitantes la experiencia de compartir un espacio que entrega la oportunidad de conectarse con la tierra y llenarse de energía.

“Ofrecemos alojamiento en domos y pods, la posibilidad de relajarse en baños de tinajas temperadas con hierbas medicinales a orillas del río Imperial, disfrutar de ricas opciones de once en nuestra cafetería y recorrer el río en kayaks. En el corto plazo, tendremos además nuestro salón de eventos”, destaca.

Una real experiencia

Wilma sostiene que el mayor interés de este emprendimiento es que a través de la experiencia de alojarse en domos o pods, los visitantes pueden llenarse de energía, reencontrarse con su ser interior y compartir con sus seres queridos.

“El entorno invita a quedarse, a conectarse con la naturaleza y a disfrutar de lo simple, pero significativo de la vida. En estos tres años hemos logrado crecer de manera significativa, atrayendo la mirada de nuestros visitantes porque hemos hecho un trabajo con cariño, y la gente lo percibe y lo agradece. Nuestro servicio es pequeño aún, pero es muy bien acogido tanto por nuestros huéspedes como por autoridades locales y regionales, siendo reconocido entre emprendimientos de la misma índole”, subraya.

En este camino, Wilma sostiene que también ha recibido colaboración, más allá de su familia. “CMPC ha sido la empresa privada que ha puesto los ojos en el territorio, realizando un trabajo organizado junto a otros entes como el DAS (Departamento de Acción Social del Obispado) y el municipio. Han permitido generar redes importantes que fortalecen el trabajo en equipo, a través de asesorías, capacitaciones e inversión económica para el crecimiento de cada uno de los emprendedores, pensando en un futuro empresarial autosustentable. Es así como han apoyado ‘la Ruta Fluvial Carahue Navegable’”, sostiene.

Su desafío ahora es seguir trabajando y creciendo. “Anhelo terminar el centro turístico, implementando la construcción del alojamiento comunitario, pasarelas a orillas del río, mejorar el sistema de calefacción por uno más amigable con el medio ambiente, entre otras cosas. Pero mi sueño más grande es construir un hotel en medio de una montaña natural en la costa. Lo veo muy cercano, lo decreto”, finaliza Wilma.

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